Hola amigos,

Mi hermano Miguel, el donante, se fue a vivir a Cantabria hace ya nueve años. Mi hija Elena tiene 10, y desde siempre ha entendido que Tito Miguel no vive en Málaga sino en un lugar lejano. Ella lo llamaba desde pequeña «El País de Tito Miguel». Hoy os quiero contar un cuento que espero que os guste…

Había una vez un chaval normal, de una familia normal que vivía allá por el mes de Abril de 2015 planificando sus vacaciones de verano, porque era muy previsor. Tras un año duro trabajo, con numerosos viajes de empresa, su ilusión ese verano era hacer algo diferente, algo que sirviese para unir a toda la familia y también que les permitiese convivir con otras familias con las mismas inquietudes. Quizá una visita a su hermano al norte, y una convivencia con familias era lo más adecuado… Hizo incluso la reserva.

Todos esos planes y sueños quedaron truncados por una inesperada noticia: el chaval estaba gravemente enfermo. Dedicó todo un año en intentar recuperarse, y aunque su salud parecía ir mejorando muy lentamente, desde el principio de la enfermedad descartó para siempre que aquellos sueños que había planificado se pudiesen hacer realidad alguna vez en la vida.

Sin embargo, el Señor que siempre es grande, junto con la bendición de los doctores y no pocas precauciones por parte de todos, permitieron que mágicamente aquel sueño pudiese hacerse realidad justamente un año después… Comenzaba el viaje al País de Tito Miguel.

No os he contado nunca, pero el País de Tito Miguel es totalmente diferente a Málaga, la ciudad donde vivimos. Es un pueblo pequeño, rodeado de altas montañas y muchos árboles y bosques. También está junto al mar pero hay muchas más olas. Y aunque salga el sol (las menos de las veces) siempre te queda la sensación de que refresca más de la cuenta.

En el País de Tito Miguel se come además muy bien. El pescado y la carne. Seguramente es el mejor sitio en el cual podemos continuar con la terapia de engorde que los doctores me han recetado.

Sin embargo, lo importante del País de Tito Miguel no es el sitio, ni el clima, ni la comida. Allí nos esperan magníficas personas: nuestra familia. Porque Tito Miguel vive con Tita Pati y la prima Paula, que tiene un añito y es súper graciosa. Es tan «abrazable»… Además, allí están los padres de Pati, que son de aquel País de toda la vida y que son maravillosos anfitriones y mejores personas.

Aquí se ha criado mi hermano, la fuente de mi curación, durante estos años. Gracias a estas personas hoy mi hermano es plenamente feliz. Y el Señor ha permitido este reencuentro tan maravilloso como inesperado.

En estos días seguiremos por estas tierras para cumplir otro sueño: compartir las Jornadas «Sazonar la vida» con una serie de matrimonios y familias que el año pasado rezaron y me apoyaron durante mi convalecencia. El lema de este año es «En Ti he puesto mi confianza»… Increíblemente propio y adecuado. Dios sabrá seguro agradecerles a cada uno de estos matrimonios lo que hicieron por mí y por mi familia, yo trataré durante estos días de hacerles conscientes aunque sea un poquito.

Y colorín colorado… Este cuento sigue escribiéndose (gracias a Dios) 😊

Moraleja: La felicidad está en las personas que te rodean, no en lo material. Amigo, ¡disfruta de los pequeños detalles, son irrepetibles! 😊

Un abrazo a todos. Yo confío y en Él sigo poniendo mi confianza. ¡¡¡VAMOOOSSS!!!