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Hermano Pablo

Hola Pablo,

Como muchas mañanas, hoy el día comienza contigo. Mientras me lavo la cara en el cuarto de baño, tengo el privilegio de poder observar el amanecer en el trocito de mar que se ve desde mi ventana. Y al secar mi rostro, es inevitable que seguidamente apriete mi puño mirando al horizonte y murmure un «vamos».

Cojo mi móvil y allí está, la cariñosa foto con un mensaje motivador que tu madre me envía muchas mañanas. Yo aprovecho para responderle con el mismo cariño. Ella fue quien me llevó a ti, y a ella la cuidamos un poco entre todos, como podemos.

Dicen los medios que hace un año que te fuiste. No tienen ni idea… Tú sigues aquí. Te veo, te toco, te siento… tan cerca. Y es que, querido hermano, cómo me acompañaste durante mi crítico ingreso de Febrero y Marzo del pasado año. Cuando tú tuviste la infección del catéter, fui varias veces a visitarte a la habitación. No parabas de decirme lo duro que era aquello, cómo te torturaba la fiebre… Y yo pasé por lo mismo, y allí estabas tú a mi lado, diciéndome que siguiera caminando en esa travesía, que la paciencia era la clave, que no desesperase.

Me dieron el alta, y tuve el privilegio de acompañar al Unicaja el día previo de la final de la Eurocup. Hacía poco que tú estuviste en el Carpena, en el palco. Tu espíritu seguía allí, tanto que nuestro querido capitán levantó la copa haciendo ese gesto que te caracteriza.

Luego perdí parte de vista y el oído izquierdo. Igual poca gente sabe que estoy medio sordo de ese oído. En mis momentos de desesperación, te sentabas a mi lado, y me decías que lo importante era vivir cada día, amar lo que tienes y no añorar lo que temporal o definitivamente no tienes.

Llegaron los juegos trasplantados a Málaga, y aún convaleciente disfruté de la ceremonia inaugural por Facebook Live desde casa. Tú ese día fuiste a la Plaza de Toros, porque Pablo, hermano, tú eres el espíritu de esos juegos, y no podías faltar a la cita.

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Otras veces te hacías presente en las tertulias y reflexiones con mis queridísimas Lorena y Rocío, las chicas de Efecto Impacto que te hicieron tu primer reportaje, justo cuando yo enfermé y cuando yo las conocí. Incluso compartimos algún acto donde se te homenajeaba. Mencionarte es siempre un bálsamo de aire fresco, un volver a los básicos, un retomar el camino con fuerza.

Me fui recuperando poco a poco, y comprobé que tu #siemprefuertes seguía vivo, danzando por las redes sociales. Nos mirábamos y volvíamos a hablar de si de verdad todos habían entendido el mensaje #siemprefuertes. Que no se trata del tamaño de tus músculos, sino de la generosidad de tu corazón y de la serenidad de tu alma. Que no sólo es echarle valentía y coraje a las dificultades, sino optar por el amor (y no la frustración) como forma de encararlos.

Y llegó el momento de la pregunta más dura, cuando ya comencé a tener fuerzas para hacer algo más que levantarme de la cama al sillón y del sillón a la cama. Gabi, ¿qué vas a hacer con tu vida ahora? Y yo pensaba en qué podía ser útil. Y en ese momento recuerdo las palabras de tu padre en varios encuentros que hemos tenido este año: «Gabi, yo sólo puedo haceros reverencias y quitarme el sombrero, porque sólo vosotros que habéis pasado por eso sabéis de verdad la dureza y podéis hablar desde el corazón». Ya tenía mi misión clara. Y el Señor empezó a ponerme oportunidades en el camino: catequesis de padres en la parroquia, charlas a los chavales de bachillerato en los colegios… Y en todas ellas, hermano, en todas ellas, menciono tu nombre, hablo de tu mensaje, recuerdo nuestro #retounmillón… Y ellos no lo saben, pero no hablo yo, sino tú a través de mí.

Dicen los medios que te fuiste… y aquí sigues a mi lado. Aquel 25 de Febrero comenzaba simplemente una nueva etapa. Porque, querido hermano, yo sabía que cumplirías tu parte de la promesa de seguir cerca, y yo espero seguir estando a la altura para desarrollar mi cometido: vivir siendo un humilde ejemplo y testigo de tu #siemprefuertes, y mantener viva la luz del #retounmillón.

Te quiero Pablo. Un abrazo. Yo confío. ¡¡¡Vamooosss!!!

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9 respuestas »

  1. Bellísimas y conmovedoras palabras que llegan directamente al alma del lector.
    No cabe duda que ambos conseguís el siemprefuertes a diario.
    Yo también desde mi vivencia personal, distinta pero también traumática me repetí infinita mente esa fuerza que hace falta para seguir remando cuando ya parecen no quedar ninremos ni aire que sople en nuestra vela.
    Un abrazo Gabi
    #yoconfio

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  2. Me gusta leerte Gabi. Mantener el legado de alguien como Pablo, esa sonrisa y esas ansias de disfrutar cada segundo, es admirable. Con estos mensajes lo consigues. Sigue así… y tenemos algo pendiente. Vamos!

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  3. Gabi, mi gran amigo. Después de leer tu charla, porque no es un monólogo, que acabas de tener con Pablo, con tu “hermano” Pablo, me siento indigno de serme considerado por ti también “hermano”; no creo merecer tan inmenso honor. Los dos , y seguro que muchos como vosotros, os encontràis tan tan por encima de mí que no puedo aceptar, ni merecer, tal consideración. No lo tomes a mal, pero vuestra Grandeza me anonada y soy, a vuestra sombra, un pobre y humilde conocido tuyo que intenta seguir tus huellas, con la esperanza de alcanzar algún día la plataforma en que te encuentras, os encontráis, para dar desde allí, a modo de trampolín, y con mayores esperanzas de éxito, el salto definitivo hacia La Luz que se nos tiene prometida.
    Llamémosno simplemente “amigos”, eso sí, unidos por un suave lazo de afecto y cariño que nuestra queridísima María colocó amorosamente sobre nuestros hombros. Así, me sentiré feliz a tu lado. Un gran abrazo, amigo. Ramón

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  4. La vida es una sorpresa siempre. Quien nos iba a decir de qué manera nos unirían aquellos rosquillos de mi prima Inma en el despacho de Manuel Barrios. El tiempo nos dio para poco y para mucho, me hice amiga de Rafi la madre de Borja y de Encarna la mujer de Miguel, cada vez que nos reunimos hablamos de tí, de tu mujer y de tu madre con todo el cariño. Lo que dices sobre mi Pablo me hace quererte mucho, me llegas a la fibra profunda donde guardo mi amor y mi dolor inmensos, donde no comparto, donde vivo. Gracias por no olvidar/nos/me, gracias por seguir como lo que eres un gigante espiritual que nos cobijas a todos los que hemos tenido la fortuna de conocerte. Hace dos sábados mi cura Pepe López, dijo que nos fiáramos de Dios. Yo me fio y confío en tí Gaby. Siempre fuertes

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  5. Despues de leer el precioso homenaje que les has hecho a Pablo, uno no puede mas que conmoverse , las grandes pérdidas siempre conllevan grandes recuerdos, esos bellos retratos que guardamos en nuestra memoria de las personas que queremos.
    No es fácil sobreponerse a la ausencia de una persona buena, con esa pizca de inocencia que aún se conserva cuando eres muy joven a la que se añade una personalidad generosa…como la de Pablo, no es fácil no recordar,cuando se comparte vida con otra persona desde algo tan duro como la enfermedad; por eso sentir desde el corazón una gran perdida con la falta de Pablo (que nos llego a todos, con su valentia y su entusiasmo por la vida)…..no es fácil.
    Yo creo que todas las madres españolas hemos sido un poco madres de este muchacho, todas hemos sentido en la piel que este chico guapo,bueno, entusiasta, lleno de juventud y vida , es el espejo donde se reflejan nuestros propios hijos, Pablo nos ha llegado al corazón y desde este parrafo solo puedo sentir afecto y un profundo respeto por sus padres y desearles que Dios arroje un poco de luz en su camino, que les guie y les reconforte un poco,…. han criado a un buen chico.

    Perfectamente querido Gabi comprendo lo que sientes, y se, que la valentia y el arrojo que has vivido en la persona de este niño tan bueno, acompañan tu dia a dia….la forma de afrontar la enfermedad que ha tenido Pablo nos da a todos un rayo de esperanza y nos llena de fe en la humanidad, en las buenas personas, en los grandes gestos y sobre todo nos hace comprender q en el dolor y la enfermedad todos somos uno y que la vida depende siempre del modo en que sorteemos los obstaculos…Un chico jovencisimo nos ha dado una lección de coraje q no seremos capaces de olvidar.

    Siempre fuertes…siempre dispuestos a ver luz en nuestro futuro.

    Un abrazo para ti,Reme y los chatiños pequeños que seguro están deseosos de disfrutar de la semana santa, de las vacaciones.

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