Hola amigos,
Cada Cuaresma y cada Semana Santa son diferentes, únicas, irrepetibles. El año pasado, como bien sabéis, me debatía entre la vida y la muerte en un ingreso por la recaída extramedular, que se complicó con una infección masiva de la que aún hoy en día me quedan secuelas más que evidentes.
Este 2018 la Semana Santa ha sido de profunda reflexión, de intensa emoción y de vivo agradecimiento. Durante mi vida he tenido la suerte de recibir el don de la fe, una fe que se ha asentado y madurado tras estos años de enfermedad. Tengo muy claro que si hoy estoy aquí es por Él y por la intercesión de su Santísima Madre. Es Él quien me sostiene, quien me empuja, quien me motiva y quien me envía. A una misión que ya no entiende de «porqués», sino que «simplemente» consiste en levantarse cada mañana para darlo todo. Con Él, por Él y en Él.
El Domingo de Ramos es un día especial para toda nuestra familia, probablemente por eso de la «onomástica del apellido». Este año, nuestro párroco Don Guillermo había dispuesto realizar una procesión andando desde el Colegio Madre Asunción hasta la Iglesia de San Miguel; caminando todos tras un joven Jesús montado en una borriquita real. El jolgorio, la alegría de toda una parroquia unida en torno al evento, no impidió que a todo el Coro San Miguel nos invadiese una intensa emoción. Y nuestras voces sonaban más poderosas que nunca, y nuestras sonrisas parecían más iluminadas… Caminábamos Paseo del Miramar abajo detrás del Señor, ¿qué mayor privilegio que ese? Doy gracias a Dios por mi querido Coro, que me han dado tantísimo calor, confianza, acogida y amor durante todo este tiempo; y que ya son compañía eterna en este caminar hacia el Señor.
El Lunes Santo, por primera vez desde que se apuntaron a la cofradía en 2016, tuve el honor y el privilegio de llevar de la mano a mis niñas a su salida procesional. En ese paseo, recordé a mis amigos Manolo y Borja, padres también orgullosos. Miré al cielo y pedí al Señor, como todos los días hago, protección y consuelo para sus familias.
Tras dejarlas, me dispuse a vivir una experiencia deseada desde siempre y nunca realizada: salir de promesa tras un trono. Y allí estábamos mi querida Reme y yo, de la mano, tras los pasos de nuestro Jesús Coronado de Espinas. Horas y horas con la vista puesta en Su espalda flagelada y sangrienta, con el corazón lleno de agradecimiento a Él. Y lo que en apariencia es una expresión pública de fe se convierte en un acto íntimo: el Señor, y nosotros dos de la mano. Nada más, y nada menos. Sensaciones a flor de piel. Miradas y lágrimas que hablan sin decir nada. Mochilas cargadas de dolor que iban cayendo en ese transitar por las calles estrechas. En el barullo, uno percibe únicamente silencio. En el gentío, ambos solo teníamos la mirada en Él. Y sólo una palabra: GRACIAS. Y en el tránsito por las calles, gente conocida aparecía a nuestro paso. Como esos niños del colegio Madre Asunción que han rezado por mí sin conocerme y ahora esbozaban una sonrisa enorme al verme. Como Oberón que escribió aquella carta tan bonita deseando mi recuperación. Como Juan y Tere, amigos y hermanos en lo bueno y en lo malo. Como Encarna, enfermera de Carlos Haya, con la que crucé una emocionante mirada y, señalando al Coronado de Espinas, le gesticulé un «Por Él, yo estoy aquí. Gracias». Y tantos y tantos otros. Sin palabras. Solo Él. Detrás de Él. Gracias a Él.
Y la semana transcurrió de la misma forma. Cualquier esquina, cualquier enclave era perfecto para rezar y dar gracias al Señor. Para buscarle. Desde lo íntimo del sagrario de cualquier templo, o el emocionante momento del lavatorio de los pies, hasta lo bullicioso del paso de cualquier trono. Agradezco un año más la amabilidad, el cariño y la entrega gratuita de Jorge y Cintia, por dejarme compartir con ellos el paso de las cofradías desde su enclave privilegiado. Allí pude saludar a mi querido Pepe, y otros conocidos que tras un año sin verme estaban impresionados de mi aparente externa mejoría. Pepe, Jorge, Cintia… todos ellos creyeron y confiaron, y ahora todos estamos agradecidos al Señor.
Y llegamos a la gran NOCHE. La Pascua de Resurrección. El año pasado, la viví de forma especial, débil, pendiente de mi sordera, pero con un mensaje muy nítido que me dio mi amiga Lorena: el sepulcro está vacío, no te sueltes de Su mano, ¡arriba con Cristo! Este año el mensaje no era muy diferente. Arriba con Cristo el que nos mantiene vivos en esta misión. Arriba con Cristo el que nos perdona nuestros pecados, y nos quiere como hijos suyos. Arriba con Cristo que nos regala tantas cosas que tenemos alrededor: la vida, la familia, los amigos, la naturaleza… Arriba, arriba todos con nuestro Jesús Resucitado. Y allí estaba de nuevo: la iglesia a oscuras, mi familia al fondo, el coro a la izquierda, la gente mirando y yo sin ver más que el libro. Respiro hondo. Sonrío. Doy gracias al Señor, y hago mías las palabras del Salmo que empiezo a recitar: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo». Y suena el pregón pascual en la voz angelical de Lorena, y el Señor, VIVE, y Reina, Glorioso, por los Siglos de los Siglos…
Pregón Pascual San Miguel 2018
Amigos, así hemos pasado estos días, detrás del Señor. Os invito de corazón a mirarle a Él, a vivir por Él y a caminar con Él. Un abrazo enorme. Feliz Pascua de Resurrección. Yo confío. ¡Vamos!
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¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!! Un fuerte abrazo.
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FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!! Un abrazo enorme para ti y toda la familia… Me uno de corazón a vuestra acción de gracias.
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Que alegría leerte y más aún cuando cuentas cómo has vivido esta Semana Santa. Seguiremos creyendo, confiando y por supuesto agradeciendo.
Un montón de besos para ti y toda tu preciosa familia. Yo confio. ¡Vamos!
¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!!
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Cuánta alegría hay en esta entrada del blog. La misma que contagias cuando te vemos. Yo también doy gracias por poder seguir disfrutándote. Yo confío
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Feliz Pascua de Resurrección para todos vosotros!!!!!!!!
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Nos alegramos muchísimo de tu nuevo post que sigue contagiando FE y gratitud, evangelizando y contagiando.
Que bonitas y mayores están las niñas !
Tu fe te permite caminar sobre el agua en plena tempestad.
Gracia por seguir compartiendo esas vivencias.
Un beso a toda la familia
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Gabi, muchas gracias por compartir y transmitir tan bien la Pascua, tu Pascua.
Qué generoso eres, y doy gracias por ello y por tu inmensa fe. Qué bien hace!!!
Dale un fuerte abrazo a Reme y a vuestros hijos.
Vaaaaaamoossssss!!! Yo confío.
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Qué alegría leer este testimonio tan vivo, tan profundo y esperanzado que compartes con nosotros de la mano de tu familia. Gracias a Dios por el camino recorrido, por la fe y esperanza que os ha mantenido cada vez más firmes y unidos, y también con todos nosotros que formamos parte de esta comunidad de amigos en esta travesía tan larga y difícil. Feliz Pascua, feliz renacer a la Vida que se renueva constantemente. Un abrazo grande a todos.
Ha pasado un tiempo que no hemos podido comentar, pero te seguimos como siempre y rezamos por ti, por vosotros, cada día.
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Gracias por tus palabras y como vives la Semana Santa, a uno le hace pensar y plantearse muchas cosas. Un abrazo Gabi, a ver si este veranos podemos tomarnos juntos un café y que nuestros hijos se conozcan. Ánimo!!!
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Buenos días Gabi ,aunque sea con retraso,desearte feliz Pascua de Resurrección.
Siempre en nuestro pensamiento y en nuestro corazón.
Date por besado 🙂
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Una alegria que todo vaya saliendo bien,que los avances hacia la recuperacion total ya se hagan notar y que pudieses celebrar las fiestas como a ti te gusta,no sabes como me alegra..
La fe y la esperanza,que nunca se deben perder ,se reflejan en ti.eres el claro ejemplo para todos de que si se puede…de que siempre hay que luchar porque siempre hay un motivo y todos tenemos un guia que nos alumbra el camino cuando estamos a oscuras..
Animo Gabi…ya casi esta…despacito pero con firmeza y tus motivos(tu maravillosa familia)y con tu fe…siempre adelante
Un abrazo
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