Hola amigos,

Domingo de la tercera semana de Octubre del año 1991. Un desgarbado chaval de 16 años y 1,95 de altura sale de casa en pantalón corto y zapatillas deportivas, desafiando los primeros fríos del otoño que han llegado ya a nuestra querida Málaga. Se dispone a correr la ya conocida Carrera de El Corte Inglés. Sin haberla preparado específicamente (pues él se dedica principalmente al baloncesto), se mueve con soltura entre el resto de corredores, dando unas zancadas largas. Llega a la meta con un tiempo de 43:59, su récord personal, pero eso es lo de menos: se siente feliz porque simplemente se lo ha pasado muy bien al ver a gente conocida durante el recorrido, en especial al pasar por la fachada del Colegio Marista.

Domingo de la tercera semana de Octubre del año 2018. Me levanto tras siete días infernales de dolores que no me han dejado dormir, acompañada de vómitos y fiebre de lunes a miércoles provocados por un inoportuno virus. La mañana de nuevo se presenta fría y húmeda. Esta vez me enfundo un chándal abrigado. Han pasado 27 años, y a regañadientes tomo conciencia que hoy no me toca correr a mí. De hecho, lo más tentador era quedarse en la cama. Pero la motivación no siempre es correr.

Llego a la zona de salida en el Ayuntamiento de Málaga. Y allí estabais. Mi querida promoción de Maristas. Con vuestras familias. Todos ataviados con unas camisetas benéficas que nuestro compañero Dani Rodríguez Urdiales ha realizado a toda prisa en su taller, de forma altruista. En la espalda, un deseo: Dona Sangre, Dona Médula, Regala Vida. En el pecho, un precioso dibujo de unas olas con un mensaje: «Higher the waves, stronger we paddle». Cuanto más altas sean las olas, más fuertes remamos. Allí estabais, el «Team Vamos Gabi», dispuestos a inyectarme una dosis de vida tras una infernal semana.

Me saludáis uno por uno. Veo un brillo especial en vuestros ojos. Choco las manos de vuestros hijos, a los cuales les decís «este es Gabi» y responden «ah, el de la camiseta». Ellos son los mejores testigos de cómo la solidaridad y el cariño transforman dolor en amor. Escuela viva de los valores que aprendimos en aquellas aulas de Calle Victoria. Mis hijos observan abrumados las muestras de cariño. Reme se emociona conversando con los que son también sus antiguos compañeros de pupitre. No faltan besos y abrazos para mi madre, mi hermano y su novia, mis suegros, mis cuñados, mis sobrinos…

Los organizadores y cómplices principales de la sorpresa, Juan Alba e Inma Márquez, se acercan sonrientes a mi lado. Me dicen que el alcalde de Málaga se encuentra allí para hacerse una foto con nosotros. Charlo con él y traigo a nuestra conversación a mi querido Pablo Ráez. Él también corre con nosotros hoy. Como los que nos animan desde el palco del Cielo: Manolo, Borja, Juani, Camilo… Todos estábamos en la escalinata, porque todos sois Gabi.

Me dirijo entonces a mis queridos compañeros, con unas sencillas palabras.

Los aplausos hacen que se me coja un inevitable nudo en la garganta. Doy gracias al Señor por haberme dado el mínimo alivio que me permitiese estar allí en aquel momento…

El Team Vamos Gabi se dirigen ahora a la línea de salida. Comienza la prueba. Y la marea de camisetas blancas se aleja por la Alameda Principal mientras yo me acerco al Cine Astoria para esperar su regreso. En el silencio que deja la muchedumbre alejándose, pienso en mis limitaciones, las que me impiden correr con mis compañeros. Y a la vez mastico todo el cariño recibido, incluida la aportación económica que todos ellos han realizado y que irá para aliviar parte del dolor causado en algunas personas por esta enfermedad. La vida me da una nueva lección: hoy no me toca correr, sino animar. Me dicen que mi lucha los ha convocado, los ha traído hasta allí, los ha movido solidariamente a difundir el mensaje REGALA VIDA por las calles.

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Queridos amigos: lo habéis vuelto a hacer. Si hace muchos años compartimos aulas en una escuela donde aprendimos conceptos académicos y también sólidos valores, hoy la escuela ha salido a la calle para gritar a los cuatro vientos que la vida dando amor puede ser maravillosa. Quedan grabadas en mi alma y en la de Reme cada uno de vuestras palabras, vuestros abrazos y vuestros besos. La carrera continúa, todos montados en el barco. Cuanto más altas sean las olas, más fuertes remaremos.

Un abrazo. Yo confío. ¡¡¡Vamooosss!!!