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24/7

Hola amigos,

Vuelvo a escribir tras un periodo de silencio. Silencio forzado, y también necesario. Han pasado muchas cosas… tantas que el folio en blanco me da casi vértigo, pues no sé por dónde empezar.

Aquella posible infección que dejamos pendiente en mi último post, se tradujo en algo más complejo. Lo que afloró en mi costado fue una infección por un hongo, una cándida más concretamente. Con esta información, procedimos también a realizar el PET/TAC para comprobar si había alguna afectación adicional aparte del costado. Gracias a Dios, y esto es una maravillosa noticia, no han aparecido nuevas lesiones cancerígenas reseñables.

Por tanto, nos centramos ahora en combatir la cándida. Este tipo de hongos, que ya conocemos de 2017, requiere de un tratamiento largo: infusiones de medicinas intravenosas, y una serie de pastillas que pueden durar meses, si no un año entero. He estado nueve semanas recibiendo el medicamento intravenoso todos los días, incluyendo sábados, domingos y festivos. Como esas tiendas que abren todos los días del año, 24/7: 24 horas, 7 días a la semana. Ahora acabamos de transicionar dicho tratamiento a pastillas.

Durante estas visitas diarias al «Hospital de Día», el lugar donde reciben tratamiento todos los enfermos oncológicos, he vuelto a recordar de dónde vengo. Cómo comenzó todo. He visto caras conocidas; sanitarios que se alegran de verme, y de verme tan bien pensando en cuál era mi pronóstico inicial. Hemos recordado a compañeros que ya no están con nosotros. Y, sobre todo, durante ese par de horas largas que he pasado sentado en el sillón azul de la sala 2, he tenido tiempo para pensar, observar y escuchar.

Aquella sala está llena de personas que también se dedican en plenitud a lo que las enfermeras llaman cariñosamente «el trabajo de curarse». Un trabajo que no cesa, que es 24/7: ahora tratamiento, ahora rehabilitación, ahora come sano, ahora date un paseíto, ahora descansa… Cuando uno entra en la sala, siente que está pisando «terreno sagrado»: un respetuoso silencio que envuelve las preocupaciones, los anhelos, los dolores, los padecimientos de todos los que se sientan en los sillones azules.

Una mañana, desde uno de los asientos numerados se escapa un suave susurro: ¡Gabi! ¡Gabi! Al girar mi cabeza, veo a una guapa señora, vestida elegantemente, que me regala la mejor de sus sonrisas. Es Mariví, la madre de mi amiga Viti. Ella lleva un proceso complejo y largo con su enfermedad. Y sin embargo, cuando hablamos y lanzo la siempre difícil pregunta de «¿cómo estás?», nunca la he visto quejarse, ni lamentarse, ni poner excusas. Al contrario: explica con sencillez y paz en qué punto de su tratamiento se encuentra. Porque ha elegido el camino correcto para vivir su 24/7: transformar dolor en amor.

Otra mañana, un chaval joven, sin pelo por los efectos de los tratamientos, explica con pasmosa tranquilidad a las enfermeras que necesita un donante para un segundo trasplante de médula. Que ha iniciado una campaña por redes sociales y medios de comunicación. Y que sabe que los donantes que puedan llegar ahora no le van a servir a él, pero sí a futuros enfermos. Su nombre es Alejandro. Escucho su historia con atención, pensando que ese podía ser yo en 2017 cuando por mi recaída tendríamos que buscar un donante compatible en el mundo, y que por aquel entonces no existía tal donante compatible…

Al volver a casa, me encuentro un mensaje en mi Messenger de Facebook. «Hola Gabi». La remitente es Rosa Espinosa. No la conozco de nada. ¿Quien será? ¿Qué querrá de mí? Seguidamente dice «Soy Rosa, madre de Alejandro «. Increíblemente, de forma casual, sin saber que yo había coincidido con su hijo, ella me escribe ese mismo día. Me pide difusión para la donación de médula. Y me dice que este blog ha sido para ella y su familia un ancla de esperanza donde agarrarse cuando comenzó su proceso. Todavía se me ponen los pelos de punta al recordar la conversación con Rosa de aquella tarde…

Me resulta curioso cómo de ajetreada y ruidosa es nuestra vida en este mundo «normal» de personas «sanas». ¿En qué empleamos nuestro 24/7? ¿Cuál es nuestro objetivo vital? ¿Utilizamos nuestras limitaciones como excusas? Los 70 días de pinchazos diarios me han servido para volver a mis raíces, y a través de Mariví, Alejandro, y muchos otros, dedicar mi vida a seguir transformando dolor en amor. Seguir animando a los jóvenes en los institutos a que se hagan donantes de médula. Mientras Dios quiera. Levantarme, darle gracias, y mirar cara a cara a mis niños. Quizá, por qué no, mezclar la pulsera del hospital con la pulsera del Tívoli, y regalarles una tarde inolvidable después de una mañana de hospital.

Termino con un agradecimiento máximo a todo el personal del hospital de día, en particular a las enfermeras Julia, Lourdes, Javier, Luis… y muchos otros nombres que no pude capturar en mi mala memoria. Con ellos toqué la campana con alegría el último día de tratamiento intravenoso. Una campana que es una motivación para todos a despertar, levantarnos de nuestra ajetreada vida, y cambiar el chip. ¿Quién maneja tu 24/7?

Un abrazo. Yo confío. ¡¡¡Vamooosss!!!

12 respuestas »

  1. 👏👏👏👏👏👏👏👏👏🎶🎶🎶❤️❤️❤️❤️🤗🤗🤗🤗grande, grande Gabi, torero . Un abrazo enorme y muchos besos a Rene e hijos. Por fin en casa!!!!

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  2. Holaaaa! Que alegria leerte!! siempre me sacas una sonrisa, que bonita forma de ver la vida.
    Esta mañana, acudí a donar y pregunté por la donación de médula, por desgracia me han dicho que solo es posible hasta los 40 años y ya no puedo, pero me comprometo a la donación de sangre.
    Haces una gran labor dando a conocer tb la historia de gente anónima que con un poco de difusión puede conseguir su curación.
    Muchos besos y pa lante!!! Yo confío!!! Vamossssss😘😘

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  3. ¡¡¡ Buen día Gabi !!!
    ¿Qué decirte que ya no sepas?
    Sigues y sigues y sigues dando testimonio de fe-vida. Sigues haciéndonos recapacitar sobre nosotros mismos desde tú mástil, porque está clarísimo que estás por encima,aunque no quieras,lo estás Gabi. Sigues dándonos tú amor infinito,sin límites, sé que redundancia, pero quiero hacerla. Sigues haciéndo que paremos,parar unos minutos, parar y pensar…algo tan fácil de decir y tan difícil de hacer.
    Podría seguir diciéndote todo lo que haces por todos y lo poco que hago por tí .
    Seguimos adelante Gabi,sigo contigo y con Reme,desde la lejanía física, por supuesto, porque emocionalmente estoy a vuestro lado,caminando con vosotros.
    No puedo decirte más.
    Emocionada te mando toda mi energía, mi fuerza y mi ánimo.
    Abrazado quedas 🙂

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  4. Tu nueva curación vuelve a ser ese faro que me indica la meta de mi vida: «la sanación de mi hijo» y, por supuesto, conseguir el mayor número posible de donantes de médula. Hoy por hoy, y hasta que la ciencia no avance lo suficiente como para que las leucemias y linfomas se curen con una pastilla, hay que seguir concienciando de que donar médula no es peligroso ni invasivo para el donante y con ese acto altruista, puedes regalar vida… No hay acto más generoso.
    Gracias, Gabi, por seguir mostrando que es posible salir de esta enfermedad y por ser un referente. Gracias por escuchar, con cariño y comprensión, a esta desconocida que invadió tu intimidad en la sala de espera.

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  5. Enhorabuena por el cambio en la forma de tratamiento. Así podremos tener más tiempo para saludarnos. ¿Ah, y feliz aniversario de boda! ¡17 años! Que Dios os siga bendiciendo

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