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Abrazos que curan

Hola amigos,

Son las 11:45 de la mañana de un martes cualquiera de Noviembre. Entro en el instituto Litoral y de repente me envuelve el bullicio de los chavales que van y vienen durante su recreo. Me dirijo hacia el salón de actos. Para ellos, la hora de charla que viene a continuación es un oasis dentro de sus apretadas agendas de clases y exámenes. Para mí, una nueva oportunidad de exponer a corazón abierto todo aquello que llevo vivido y aprendido de esta experiencia.

La hora pasa volando. Suena la sirena para indicar que la siguiente asignatura está esperándoles… pero nadie se mueve. Continúa el turno de preguntas con precisas cuestiones que tocan los más profundos aspectos: ¿tuviste miedo a no despertarte una mañana? ¿cómo vivieron todo tus hijos? ¿cómo es tu día a día sin poder trabajar? Los ojos de los queridos alumnos brillan con cada respuesta, y una maravillosa conexión se produce entre nosotros. Cuando el profesor da por terminada la charla, un largo aplauso inunda la sala. Ellos salen corriendo a su siguiente clase, pues ya van bastante tarde, mientras yo cierro mi ordenador y recojo mis cosas. Percibo que ya no queda nadie y me dispongo a irme a mis quehaceres, pero una alumna vuelve sobre sus pasos y, con lágrimas en los ojos, me da un abrazo de esos que duran más de seis segundos, mientras susurra a mi oído «gracias, gracias».

Cierro mis ojos y ese sincero abrazo me traslada al mes de agosto. Acabo de terminar noventa días de tratamiento diario en el hospital con el antifúngico que debe paliar la infección de mi costado. Y allí estamos, en Sarria, provincia de Lugo. Aquel plan que parecía una locura, una quimera, se ha hecho realidad: comenzamos el Camino de Santiago junto a un grupo de entusiastas jóvenes de las parroquias de San Miguel y San Pedro, el sacerdote Guillermo Tejero y algunos adultos que nos hemos unido a la aventura.

Intentar contar la experiencia vivida en el Camino de Santiago no es sencillo. Desde fuera, cuando vuelves a casa, las preguntas suelen ser acerca del aspecto más físico de la travesía. ¿Cuántos kilómetros caminaste cada día? ¿Te salieron ampollas? ¿Tuviste calambres? De hecho, al preparar el equipaje, sinceramente, me excedí en el número de prendas por culpa del maldito «pa por si…», esa manía de intentar prever y cubrir todas las hipótesis que hace que nuestra mochila (la del Camino y la de la vida) pese muchísimo más de lo necesario. Y es que en el Camino, refuerzas y reafianzas vivencias aprendidas durante mi enfermedad: con qué poco se puede ser verdaderamente feliz. Tres pilares, simplemente tres: los famigos (familia + amigos), el amor y la fe. El resto es pérdida de energía sinsentido.

En el camino, uno siente la presencia de Dios en todas partes. Desde por la mañana al levantarte, antes de que amanezca, eres consciente del amor del Señor hacia nosotros. El regalo de la vida. El ser capaz de caminar con paso firme, aunque fuese a mi ritmo, tras estar durante semanas utilizando un andador. La belleza de toda la creación ante mis ojos. El valor de la familia, con la compañía de mi mujer y de mi hija Elena, y de los verdaderos amigos: las chicas del coro, con las que he vivido íntimamente todo este proceso anclándonos en los cantos que son plegarias. Guillermo, sacerdote y amigo. Los matrimonios que nos acompañaban que se han convertido en famigos. Y los jóvenes… menuda lección de madurez y de entereza nos dieron durante toda la travesía. Esta generación que viene pisando con fuerza, y que además de la energía, tienen una capacidad de compromiso y una profundidad en sus planteamientos de vida que sobrepasa las supuestas lecciones que nosotros adultos pretendemos siempre darles.

En el Camino hay que escuchar. Escuchar el silencio, y los sonidos propios de la travesía… que te envuelven. Charlar en infinitas y profundas conversaciones. Escuchar y hablar con el Señor, en oraciones y celebraciones compartidas que en aquellos parajes cobran otra dimensión. Y también escuchar tu interior. Recuerdo cómo algunos de los enfermos que estaban en la habitación de aislamiento no soportaban la soledad y el silencio, puesto que eso les hacía conectar con ellos mismos, al desnudo… y ciertamente no se conocían, o no se gustaban. El Camino te desnuda por completo, y hace aflorar tus defectos, tus miedos, tus limitaciones. Caminar es también motivo de reconciliación: contigo mismo, con tus hermanos y con el Señor. Siempre es un buen momento para pedir perdón, o para perdonar, pero a cada paso te das cuenta de que hay que aliviar pesadas cargas si de verdad quieres llegar a tu destino final.

Conforme pasan las etapas y te acercas a tu destino, comencé a tener la sensación de que aquella aventura iba a suponer un punto de inflexión en mi vida. Ignoro el motivo o la raíz lógica de esa sensación, pero supuso algo muy agradable y a la vez trepidante. Porque debido a la carga de lo pasado, me cuesta mucho pensar en lo próximo, lo que viene, lo siguiente.

Y llegas a Santiago. Los últimos pasos, los últimos metros, donde el cansancio da paso a la ilusión. Entras en la ciudad juntos, en grupo, cantando. La gente nos hace un pasillo a izquierda y a derechas y nos aplaude, y nos hace fotos. Tengo grabada esa imagen en mi corazón, pues sentí que algo así debía ser la llegada al Cielo. Al pisar la Plaza del Obradoiro, las lágrimas se desbordan, y automáticamente te abrazas a tu mujer, a tu hija, a tus hermanos de travesía, y posteriormente al Santo. Abrazos que curan, abrazos que sanan, abrazos que reconfortan, abrazos que unen para siempre, abrazos que descargan, abrazos en la tierra y abrazos al cielo a mi padre, a Pablo, a Manolo, a Borja, a Ana Rosa, y a tantos otros que se unían a nuestra alegría desde la Plaza del Paraíso…

De repente abro los ojos y estoy de nuevo en el Instituto Litoral. La alumna seca sus lágrimas mientras pronuncia su último «gracias» antes de salir por la puerta. Es curioso el poder que puede tener un simple abrazo… yo fui supuestamente a dar una charla, y al final me llevo más recibido que entregado… En ese instante llega un mensaje de Whatsapp, es mi doctora que me informa del resultado del último PET. Son magníficas noticias: la lesión del costado muestra una marcada disminución de tamaño e intensidad, y no se aprecian lesiones nuevas en otros músculos. La emoción me embarga. Murmuro un «gracias Señor, gracias Santiago» y empiezo a comunicar la alegría a mis famigos… Los abrazos de la Plaza del Obradoiro, curan.

Queridos lectores y amigos: un ingeniero como yo puede resumir el Camino de Santiago con cuatro variables: un destino (Santiago), una ruta (marcada por flechas amarillas que guían tus pasos), un equipaje, y un grupo de personas para compartir la travesía. Es curioso… la misma descripción que podemos realizar cualquiera de nuestras vidas: un destino, una ruta (tu forma de estar en el mundo), un equipaje y un grupo de personas. Y son esas simples cuatro variables, que cada uno de nosotros elegimos, las que responden a la pregunta de «cuál es el propósito en mi vida». Mis queridos amigos, yo ya he elegido las mías para esta vida extra que el Señor me ha concedido. ¿Has elegido las tuyas? Aún estás a tiempo.

Un fuerte abrazo a todos, hoy en especial a mis queridos hermanos del Camino de Santiago, y a los alumnos del Instituto Litoral. Yo confío. ¡Vamooosss!

20 respuestas »

  1. ¡¡¡Gracias Gabi!!! No se puede describir mejor.
    A veces, cuando en el día a día flaquean las fuerzas, volver al cansancio de Camino, paradójicamente, te hace reencontrar el Norte.
    Ha sido una bendición compartirlo con vosotros.
    Gracias por enseñarnos a confiar🤗

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  2. Precioso!
    Te ví hace unos días en la consulta pretrasplante… yo soy la esposa de un paciente recientemente trasplantado… aún con una larga lucha por delante… esto está siendo demasiado duro.
    No quise molestarte… pero me emocioné al verte… conozco tu vivencia…
    Además soy prima de José Luis Cabeza… creo que os conocéis…
    Un abrazo.

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  3. Gabi querido, cuánto echaba de menos tus palabras de vida . Y cuánto me hace falta un abrazo de esos tuyos. Gracias por seguir compartiendo con nosotros tus momentos inolvidables . Te quiero mucho muchísimo.

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  4. Vamooooooos… Cuánto me alegro de tus experiencias en el Camino de Santiago, en el Instituto Litoral y de los últimos resultados (aunque tu madre me había hecho spoiler)…
    De lo del poder curativo de los abrazos no te digo nada, porque lo conozco desde hace mucho tiempo, me encanta recibirlos y también darlos… Sobre todo esos largos en los que sin palabras, hablan los corazones y hay una comunión que no se puede expresar de otra forma.
    Ánimo y adelante!!!!

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  5. Emocional y alentador, siempre regalándonos lecciones. Y este trío Gabi, Elena y Reme que son los nuevos adultos de casa, seguro que alguna buena estaréis montando (ya no sois dos tomando decisiones, ahora tenéis para repartir y rebatir).

    Las mejores noticias después de tu última carrera de fondo, las mejores! VAMOS con letras grandes para un GRANDE!

    Qué nos gustan los abrazos del alma, los que te hacen brindar con el corazón, los que nos llenan de lágrimas que no llevan palabras pero nos regalan una gran sonrisa.

    Los chicos del Instituto Litoral son afortunados de que les hayas enseñado vida.

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  6. Cómo siempre consigues emocionarme, y esta vez además con buenísimas noticias!! Me ha dado un subidón leerte y sabes que me alegro muchísimo … tus innumerables esfuerzos en los momentos difíciles y siempre con una sonrisa, por fin están dando resultado… a seguir!!! Un beso muy fuerte!!
    Yo confío … vamossssss

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  7. Grande Gabi….. y grandes noticias al saber de que paso a paso vas eliminando a tus “enemigos” de tu particular Camino de Santiago….. yo confío. Vamoooooooosss 💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻

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  8. Que bonito relato y que bien suena eso de las buenas noticias. No solo el Camino a Santiago es el que mas Fe lleva implícito, el otro camino que recorres hace un tiempo es el de mayor carga y donde la bendición conseguida ha sido ganada a pulso. Un abrazo a Reme que lleva el otro bastoncito.

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  9. Que gozo leerte Antes de meterse uno en la cama . Sabes hermano que los abrazos son a lo que en nuestras ultras los avituallamientos . Son oasis en medio de la lucha diaria en los que refugiarte y beber del cariño de los que te rodean y te quieren . Cada km recorrido en pos de un abrazo , el mismo que te hago llegar . Cuídate hermano

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  10. Querido primo, una vez más sin palabras.
    Me encanta leer estás vivencias tan maravillosas y esa forma de afrontar la vida.
    Yo también espero encontrar pronto mi propósito para mi vida.

    Un súper beso y VAMOSS!!

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