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Hola amigos,
Esta semana me ha llegado una noticia que me provoca múltiples sentimientos… pero, por encima de todos, tristeza e impotencia.
Conocí a María José nada más comenzar mi tratamiento, al ingresar en la sexta planta del pabellón A de Carlos Haya. Cada mañana, mientras los auxiliares nos servían el desayuno, ella entraba imponente, con su pelo rizado, la mascarilla tapando la boca y la alegría en la mirada, y lanzaba un «buenos días, ¿qué tal estáis hoy?» que en seguida endulzaba el ambiente de la habitación. A la vez, su vista se dirigía con una velocidad inusitada a todos los rincones de la habitación, escrutando y haciendo inventario de que todo estaba en orden: el contenido del desayuno, las sábanas, mantas y toallas, las esponjas de un solo uso, la limpieza, y un largo etcétera. María José no necesitaba apuntar nada: enseguida actuaba para que se solucionasen las deficiencias observadas de la manera más rápida posible.
Y detrás de una gran líder, siempre hay un gran equipo, mis queridas enfermeras y enfermeros (permítaseme emplear el femenino pues ellas eran mayoría). La planta de hematología es uno de esos lugares que requiere de talentos profesionales avanzados. No es el típico lugar donde hay solamente que cambiar unos sueros de vez en cuando. Allí el nivel de exigencia es máximo: quimioterapias que hay que infusionar utilizando las complejas (y a veces defectuosas) bombas, medicaciones que requieren una preparación muy exhaustiva y cuidadosa para evitar que reaccionen o que generen burbujas, tratamientos que se extienden durante la madrugada, cuidados e higienización de vías centrales (picc, poth-a-cath…) siempre tan molestas para los enfermos… Todo esto manteniendo la higiene máxima y trabajando todo el rato con la mascarilla puesta, con el agobio que ello supone. En todas esas tareas, las enfermeras se afanaban al máximo, ofreciendo siempre su esfuerzo, su sabiduría y su pericia.
Sin embargo, hay algo que quiero destacar más allá de la profesionalidad demostrada. En hematología, los pacientes estamos ingresados en habitaciones de aislamiento, sin poder salir para nada de los apenas 20 metros cuadrados que compartimos los dos pacientes. Y permanecemos allí encerrados durante… ¡semanas! En esas circunstancias, mis queridas enfermeras se convierten en algo más: son de las pocas manos que puedes apretar cuando el dolor o el malestar por los efectos secundarios te machaca. De los pocos ojos a los que puedes mirar cuando las miradas hablan sobre miedos e incertidumbres. De las pocas voces que reconfortan cuando de madrugada acaba una sesión más de tratamiento y necesitas desahogarte. Ellas son auténticas salvavidas en mitad de la tormenta de la enfermedad.
Así que hoy, ante esta noticia, redoblo mi mensaje de cariño y agradecimiento a mis queridas salvavidas: a Maria José, Esther, Jose, María, Davinia, Mercedes, Alicia, Ana, Encarna, Salvador, Paco, Pilar, Juan, Lola, Rosa, Teresa, Mariana… y tantos y tantos anónimos que pasaron por aquellas habitaciones con profesionalidad y cariño máximos. Mensaje que extiendo a todas las enfermeras que trabajáis sin descanso en nuestros hospitales ofreciendo vuestro consuelo y vuestro cariño a los enfermos.
En mis diferentes citas en consulta, me reencuentro a menudo con María José, que siempre me saluda con un cariñoso abrazo, e interesándose por mi estado. Abrazos cargados de emocionante alegría por su parte al verme en pie en el camino de la curación. Y yo me abrazo a ella cual náufrago que se agarra a su salvavidas, eternamente agradecido por haber llevado su trabajo siempre un paso más allá… hasta conseguir encontrar la salida de aquellos angustiosos y largos ingresos. Y eso haré la próxima vez que nos encontremos, con un matiz adicional: además de todo esto, te daré las gracias por haber luchado y haber sido íntegra en tu puesto hasta el final.
Amigos: demos siempre cariño y agradecimiento a nuestras queridas salvavidas. Un abrazo. Yo confío. ¡Vamooosss!
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Querido Gabi es una pena que la falta de recursos motive que grandes profesionales de la salud no puedan trabajar en óptimas condiciones, pero lo más alarmante de esto, es que quien promueve que la sanidad pública tenga escasez de dinero (los que dirigen este País), no sean conscientes de que si nuestra sanidad no funciona todos somos los perjudicados incluidos ellos (todos somos susceptibles de ser enfermos en un momento dado), por eso los recortes en sanidad solamente los aprueba alguién que está actuando sin permiso de la cabeza ya que la salud es nuestro bien más preciado y los grandísimos profesionales con los que cuenta nuestra sanidad llegan a ser nuestros mayores aliados en los momentos de enfermedad.
Comprendo perfectamente que te entristezca la noticia, a cualquier persona que en algún momento de su vida haya utilizado la sanidad pública le entristecería, porque tenemos un sistema muy bueno que nos da cobertura a todos y a veces no lo valoramos y somos nosotros mismos los que protestamos, por las listas de espera, la comida, la atención, etc…no somos justos con nuestras valoraciones y deberíamos pensar que somos muchos, que darle a todos los enfermos una calidad asistencial no es una tarea fácil, muchas necesidades y si no hay recursos entonces se vuelve imposible.Por eso nuestros médicos, enfermeras/os, auxiliares, personal de limpieza, camareras/os, celadores hacen una labor día a día encomiable que en ocasiones se nos olvida.
Yo siempre tengo la esperanza de que mantengan la sanidad pública porque me parece que sería terrible que la perdíeramos, esperemos que nuestros políticos no desoigan las protestas de los profesionales y se pongan las pilas para mantener el sistema.
Un abrazo.
Marga
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Coincido con lo que dices y con el comentario anterior.
Las enfermeras y auxiliares son quiénes más contacto tienen con los pacientes ingresados, y le dan calor humano a un hospital.
Un abrazo.
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Hola Gabi,
Solo quería comentar para saludar y enviarte ánimo. No soy muy de poner comentarios.
Cualquiera que haya pisado alguna vez un hospital, urgencias, consulta o ambulatorio comparte el homenaje que haces aquí a l@s enfermer@s. Los que hemos tenido la suerte de que nos hayan tratado por pequeñas cosas valoramos mucho la dedicación y cariño de su trato y que es problema de todos valorarlos mejor.
Y para ti, espero que la última prueba haya traído buenas noticias.
Un abrazo muy fuerte y un ‘vamos!!!!!’
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Gracias Gabi por el reconocimiento una vez más de los profesionales de la sanidad pública. Todos sabemos que gracias su abnegación funciona la sanidad. Se les carga de una responsabilidad que es de la administración y se abusa de su vocación , profesionalidad y abnegación
La mayoría de mi familia trabaja y ha trabajado en la Sanidad Pública
Seguimos pidiendo por tu total recuperación y que sigas trasmitiendo Salud Mental que tan importante es
Un gran abrazo para ti y para Reme
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