25 de Abril de 2017.
Pasada la Pascua de Resurrección, continúo con mi lenta recuperación de la quimioterapia y la septicemia que casi se me lleva por delante en el mes de Marzo. Me duele todo el cuerpo, sobre todo la espalda. Apenas puedo caminar. La audición de mi oreja izquierda decrece por días. Mi visión es cada vez más borrosa. Me faltan las fuerzas y la energía. La analítica de sólo dos días antes nos desvela una desagradable sorpresa: me he quedado repentinamente sin defensas. Asustado, ingreso en el hospital y allí me encuentro, en Carlos Haya, aislado, con la moral y la ilusión por los suelos. Perdido.
En esos momentos, entra un WhatsApp de Lorena, directora del Coro de San Miguel:
– Gabi, acabamos de sacar los billetes a Medjugorje. Nos vamos Rocío, Rosa y yo con nuestros cónyuges a finales de Septiembre.
Lorena y su hermana Rocío llevaban meses, desde que nos conocimos al principio de mi enfermedad, hablándome de aquel intrigante y fantástico lugar donde se aparece la Virgen. Me mandaron libros, vídeos, testimonios… Llegué incluso a soñar durante el ingreso de mi trasplante allá por Agosto de 2015 en subir a aquellos montes, darnos la mano y cantar alrededor de un crucifijo blanco que salía en una de las imágenes…
Sin embargo, aquel mensaje de Lorena me causó más tristeza e impotencia que ilusión. Pensar en Septiembre me parecía una broma de mal gusto, cuando semanas antes me debatía entre la vida y la muerte. Así se lo manifesté, prácticamente declinando mis opciones a unirme a esa peregrinación prevista. Ella volvió a espetarme una de sus categóricas y a la vez cariñosas frases:
– Gabi, si este es tu viaje, la Virgen será quien te lleve. Tú sólo pídele una señal.
Y así hice… pero a la inversa. Sinceramente, recé y pedí una señal que me indicase que este viaje programado NO era el mío. Algo que me confirmase que mi enfermedad era un factor limitante, y que disipase cualquier duda o frustración acerca de no poder acompañar a mis amigos del coro. Así que pensé: lo mejor es preguntarle a Reme qué le parece si nos vamos, ella seguro que me contesta que estoy medio loco, y todo resuelto. En cuanto llegó esa tarde, le lancé la pregunta con cierta neutralidad en mis palabras. Y la respuesta fue un sorprendente (todavía doy gracias a mi mujer por ella):
– Venga. Saca los billetes, con seguro de viaje, y ya veremos.
Y así lo hice, ciertamente convencido de aplicar el seguro de viaje cuando fuera necesario 🙂 Allí quedó un email remitido por Iberia enterrado en mi bandeja de entrada, esperando que el tiempo pasase… lentamente.
28 de Septiembre de 2017.
Tras dos largos vuelos habiéndonos levantado bien temprano, el autocar nos transporta por sinuosas carreteras desde Dubrovnik (Croacia) hasta el pueblecito de Medjugorje (Bosnia y Herzegovina). Aquel sueño inesperado del mes de Abril se ha hecho realidad cinco meses después. Vamos en camino a ver a la Madre. Y, según prescripción de los doctores, sin necesidad de tomar ninguna pastilla. ¿No es ya eso un milagro?
Siguiendo instrucciones, llevo mi alma y mi botella vacías, para dejarme sorprender por aquella bendita tierra, sus paisajes, sus gentes y su espiritualidad. Me siento emocionado. Algunas de las caras que nos acompañan me son conocidas, del Coro y de encuentros y retiros anteriores. Otros son matrimonios anónimos. Nos presentamos todos pasando por parejas por el micrófono del guía. Cada persona trae una motivación diferente, y a la vez todas comparten esa inquietud y esa sed de descubrir, de dejarse sorprender. Incluso los más reticentes (los llamados «arrastrados»). Enseguida percibo que este grupo humano era especial. Me marcan dos intervenciones, una de Ramón, mi nuevo hermano de 80 años, padre de Inma, que declara abiertamente diciendo que ha venido a este viaje por mí, porque yo también venía. Otra de uno del grupo de los arrastrados, que me dice al oído al bajar del bus «Gabi, yo veía arrastrado, pero tras escucharos a tu mujer y a ti, ya mi viaje ha cobrado una nueva dimensión y sólo por esto ya ha merecido la pena». Siento firmemente que la Virgen a través de este blog y de nuestra experiencia vital también hace tantas llamadas y proporciona señales de esperanza y sustento a personas anónimas…
Probablemente, la pregunta que más se repite a los que volvemos de Medjugorje es la siguiente:
Gabi, ¿pero de verdad se aparece allí la Virgen?
Dejadme que me extienda en una respuesta elaborada…
Los más apropiados para responder a esta pregunta son los videntes. Tuve la oportunidad de encontrarme con tres de ellos: Mirjana y Jakov ven a la Madre de forma periódica, y Marijana tuvo locuciones en las que oía la voz de la Virgen. Al contrario de lo que podemos pensar, los tres son personas totalmente normales. No se consideran especiales ni mejores o más santos por tener ese don. Es más: Jakov nos contó las frustraciones que sufría de joven porque él consideraba que transmitir los mensajes de la Virgen no tenía ningún mérito ni era ningún servicio a la comunidad, por eso rezó hasta que la Madre lo llamó a integrarse en la fundación parroquial que ayuda a los más necesitados de la región. Y es que la Virgen nos elige, pero no sirve sentirnos «especiales»: nos invita a ser humildes, a rezar y a trabajar por los demás.
Continué buscando señales de la aparición de la Virgen. Visitamos una tarde la Comunidad Cenáculo, fundada en los años 80 por Madre Elvira para acoger aquellos jóvenes, que veía vagar tristes y desilusionados por las calles ante las falsas propuestas del mundo, drogados y perdidos. Allí pudimos escuchar el testimonio de un chico joven, del cual se me quedó marcada a fuego una frase:
En mi vida antes de entrar al Cenáculo, tenía mucha gente alrededor, drogas, alcohol… parecía que lo tenía todo, pero sentí la soledad más absoluta. Mayor aún cuando mi mejor amigo murió de sobredosis por una papelina que yo le suministré. Todavía siento la herida en mi interior cuando inevitablemente me cruzo con sus padres por la calle. Sinceramente, todavía me cuesta volver a quererme a mí mismo.
Pensaba yo en los momentos de soledad y aislamiento en mi habitación de la sexta planta, en tantos ingresos. Horas, días completos de no poder dar la mano, una caricia, un beso, un abrazo… En cuanto acabó su intervención, me levanté para dar un largo y sentido abrazo a ese hombre, y decirle mirándole a los ojos que yo, en nombre de mis compañeros de viaje le queríamos tal y como era, con sus errores, con sus heridas, con sus miserias, y con todas las virtudes que ha comenzado a cultivar. La Virgen se nos aparece mostrándonos que siempre hay una segunda oportunidad para todos, que a través del amor misericordioso de su Hijo todos estamos llamados a la conversión a través del esfuerzo personal y de la acogida fraterna de nuestros hermanos.
Medjugorje significa «entre montañas». Los dos principales de nuestra visita son el Podbrdo (la Colina de las Apariciones), y el Monte Krizevac (el Monte de la Cruz). Montañas escarpadas de roca erosionada por las lluvias y las escorrentías, de difícil acceso. La subida al Krizevac está compuesta de un Viacrucis hasta alcanzar la cruz blanca de la cima tras pasar por las catorce estaciones. 509 metros de altitud. ¿Cómo poder subir esa montaña en mi estado? Estaba claro que necesitaría ayuda para transportar mi silla plegable y nuestras mochilas. En algunas zonas, alguien tendría que darme un empujón o sostenerme para evitar mi caída. Y apareció un cirineo llamado César. Con la delicadeza y el cariño, con la palabra adecuada, con el silencio cómplice. Él sacrificó su subida, planeada seguro de forma más confortable, por permitir la mía a paso lento y majestuoso. A él, de manera espontánea, se fueron uniendo otros muchos, amigos y anónimos, que fueron relevándose en el porte de mi silla cual estandarte de la peregrinación. Benditos sean los cirineos de este mundo, desprendidos acompañantes de los enfermos y los que sufren. Dios os bendiga siempre.
José Luis y Magüi organizaron dicho Viacrucis dándole un marcado carácter conyugal. Pero el reto para Reme y para mí iba más allá de la superación de mis limitaciones físicas. Subir aquella montaña suponía rememorar momentos de esfuerzo, de dureza, de soledad, de incertidumbre… cumbres que hemos superado juntos, otras en las que estamos ahora mismo sumidos. Como en la vida misma, como en este proceso de enfermedad y curación, a veces el camino permite que avancemos juntos de la mano, ayudándonos. En otras zonas más duras cada uno debe subir por sus propios medios, como mejor se puede, aunque siempre con limitaciones. Avanzada ya la escalada, llegamos a la cartela con la cruz marcada con un VII, mitad del recorrido. El azar hace que me toque a mí la lectura de la Estación. La emoción contenida y el cansancio incipiente hace que mi voz salga entrecortada.
Séptima estación. Jesús carga con la Cruz.
La Virgen se nos apareció en aquel momento, recordándonos a Reme y a mí que las cruces desgraciadamente no desaparecerán por arte de magia. Que si no es en forma de enfermedad, pueden aparecer en forma de problemas con los hijos, del cuidado de nuestros padres, de desencuentros en el trabajo… Pero también Ella nos mostró desde la cima de esa montaña el camino recorrido: la cantidad de retos, pruebas y dificultades de todo tipo que juntos hemos superado, con nuestro estilo propio y diferente, lleno siempre de imaginación y de un carácter positivo inconfundible. Allí arriba, junto a la Cruz blanca, Reme y yo nos dimos el abrazo del perdón, un abrazo que significaba el soltar algunas piedras de la mochila, el asumir nuestras cruces, y el retomarlas con ilusiones renovadas. Y que, cuando haga falta ayuda, allí estarán nuestros Cirineos, esos amigos que sois verdaderos hermanos en la fe y en la vida, y que sacrificáis vuestra comodidad y tiempo por acompañarnos en estos momentos de necesidad.
Continuamos nuestra peregrinación, a una parroquia a las afueras de Medjugorje, en la localidad de Tijalina. Al principio de mi enfermedad, alguien del Coro me había enviado una estampa por WhatsApp, que tenía una imagen de una Virgen. Su rostro era diferente a todas las que había visto hasta entonces, y sobre todo su mirada era penetrante, una mirada maternal. ¡Cuántas noches en la soledad del hospital recé el rosario mirando esa fotografía! Pues sorprendentemente, al entrar en aquella pequeña parroquia, allí estaba Ella. Esperándonos con los brazos abiertos de Madre, para, tras tantos meses de encuentros a través de la pantalla de un móvil, poder recibir directamente suya ese esperado abrazo.
Entendí en ese momento aquello que me dijeron, que era la Buena Madre la que nos llamaba, no nosotros los que viajamos. Y allí se produjo uno de los momentos más emocionantes de la peregrinación: algunos miembros de nuestro Coro, en nombre de todos ellos que nos acompañaban también virtualmente con nosotros, cantamos la eucaristía completa. Ese «Coro que cura», ese coro que te levanta con sus cantos, que te acompaña en las largas sesiones de quimioterapia o antibióticos. Y la Virgen me mostró que el Coro fue un regalo que Ella me proporcionó al principio de la enfermedad. Y me enseñó todos los regalos que me hace cada día. No tuve por más que terminar la eucaristía arrodillado, cantando «María, mírame» junto al resto de peregrinos de nuestro grupo y otro grupo de Méjico, en agradecimiento por la grandeza de nuestra Madre.
Las tardes de la peregrinación tenían todas el mismo esquema. En la amplia explanada tras la iglesia, se realizaba el rezo del Santo Rosario, seguido de una Misa y finalizado por una adoración del Santísimo, de la Santa Cruz, o una Oración de Sanación. La devoción y el silencio en aquel ambiente rural envolvía de una atmósfera especial una tierra que uno sentía ya como sagrada. Junto a la explanada, una hilera de improvisados confesionarios en múltiples idiomas donde los peregrinos esperaban pacientemente a ser atendidos. Y allí nos situamos en fila. Cada uno tenemos nuestras reticencias iniciales a contar nuestros pecados al sacerdote. Pero lo que es cierto, es que el Señor les concedió ese inigualable don: a los que se los perdonéis, quedarán perdonados. Llegó mi turno. La conversación fue más larga que de costumbre… y concluyó no sólo con la absolución sino que el cura sacó por sorpresa de su bolsillo de la camisa una reliquia del Padre Pío, la puso sobre mi cabeza y comenzó una oración por mi sanación… Oh bendita Madre, gracias por aparecerte en ese momento y sentir cómo me has acompañado y me acompañarás en todo este trayecto. Perdonando mis errores. Sanando mis heridas. Limpiando mi cuerpo y mi alma…
Junto a la explanada, se halla una estatua del Cristo Resucitado tallada en bronce. Desde 2001 mana intermitentemente de sus rodillas un misterioso líquido, que algunos afirman tiene propiedades curativas. Pasábamos a toda prisa sin detenernos en ella, de camino hacia la tumba del Padre Jozo. Yo miraba desde lejos y pregunté si podía entrar en ese momento para rezar en la estatua. El guía insistió: no, ya iremos en otra ocasión más adelante. Mi carácter facilitador hizo que le siguiera mi camino hacia la tumba dejando atrás aquella oportunidad única… Sin embargo, alguien más experto que yo, mi querido Ramón, se me acercó, me pidió que bajara mi cabeza a su altura, y me susurró al oído unas sabias palabras:
Mira Gabi… el Padre Jozo, por muy buena persona que fuera, está ya muerto. Tú sabes bien que lo que necesitas en estos instantes es abrazarte a Jesús Resucitado muy muy fuerte para que tire de ti para arriba, y te levantes.
Y así lo hice. Me salté todas las normas, me dirigí hacia Jesús, lo abracé, y allí mismo comprendí que todo camino de sufrimiento tenía su sentido, su Resurrección. Lloré, recé, me recompuse, me abracé con Reme, luego los dos con Inma y con su padre Ramón, y le di las gracias por haberme «obligado» a cambiar los planes y vivir ese necesario momento. Y es que la Virgen nos llama a nuestra propia misión, diferente, única, no comparable con la de ninguno de nuestros hermanos. Pero a la vez, como ella nos dijo en su mensaje.
Desde que mi Hijo era pequeño me decía que para Él todos los hombres son sus hermanos. Por eso recordad, apóstoles de mi amor, que todos los hombres que encontráis son familia para vosotros, hermanos según mi Hijo.
Nos quedaba la guinda. El día de las apariciones. 2 de Octubre. Dejo para el secreto de nuestras almas lo que Reme y yo sentimos en aquel lugar sin duda sagrado. La Virgen estuvo allí. Sin embargo, ella nos guardaba un último regalo. Nuestro guía Nikola tuvo la deferencia de colocarnos en una zona más protegida para enfermos. Y allí, de casualidad, pudimos conocer a Isabel y a su hermano Nacho. Él es un ángel del cielo luchador como ninguno, al que por su coraje, valentía y buen humor la Virgen le ha concedido una pausa en el (según los doctores) irremediable deterioro causado por una enfermedad degenerativa. Lo grande de la noticia es que dicha pausa dura ya… 9 años. Los mismos que llevan Nacho e Isabel visitando a la Gospa. Dios os bendiga, amigos sevillanos, vuestro testimonio va en nuestros corazones y deseamos firmemente un próximo reencuentro.
Podría extenderme muchísimo más, con más momentos vividos. Sinceramente, ya me parece suficiente para volver a la pregunta original, queridos amigos:
Gabi, ¿pero de verdad se aparece allí la Virgen?
Y la respuesta, ya habéis visto, es un SÍ con mayúsculas. Porque a través de todas las señales que cada uno va recibiendo, señales totalmente personalizadas, nos habla, nos acoge, nos quiere y nos cuida en lo más profundo de nuestro corazón.
Deseo de corazón que vosotros, queridos amigos, recibáis también a través de estas señales el convencimiento de que vuestra Madre del Cielo os quiere. Reina de la Paz, ruega por nosotros y por el mundo entero. Un abrazo, hermanos. Yo confío. ¡¡¡Vamooosss!!!
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GABI, tengo pendiente ese viaje con Lorena y Rocio desde hace mucho tiempo. Antes, ellas iban en mayo, con lo cual, por mi trabajo, Me era imposible ir… me has hecho llorar de alegría , amor y emoción con tu relato. Espero que puedas ir todos los años ya !!! Y que nosotros, mi marido y yo, te acompañemos en alguna de ellas. Eres increíble !!!! Un abrazo para ti y Reme 😘😘😘😘😘
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Enamorada de tu experiencia y de vuestra fortaleza.
Muchos besos!
P.D. me encanta saber de ti por este medio y no por otros,jejeje.
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Gabi, no sé qué decir.
Que Dios te bendiga y nuestra Buena Madre te cuide.
Os queremos.
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Emocionante es poco, Gabi.
Sí, claro que es verdad que la Virgen se aparece.
VAMOSSS
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Me alegro en el ALMA! Gracias por compartirlo❤
Un abrazo enorme para los dos!
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Esta mñn me dijo Reme, tú mujer, mi compañera-amiga que leyera tu blog…
No me imaginaba que de verdad existieran milagros…
Llevo años un poquito desilusionada…
No sé si es la palabra, me quedo muy pequeña a tu lado y no por tu estatura sino por tus palabras…
Quizás es porque no he sabido vivir y encontrar o ver el camino, camino hacia la vida, hacia la felicidad.
Quizás fui por un tiempo egoísta y débil, arrinconandome en vez de continuar luchando, no lo sé… Lo único que sé es que me encontraba muy cansada y aún siguiendo muy cansada, no sé he tenido que volver a la vida y coger carrerilla, pues se me iba… Era si o sí y me hizo mucho enfurecerme con todo, no podría imaginar que no saliera de una cuando entraba en otra pesadilla…
Pero luego recapacito y veo que soy afortunada, que de todas salgo… Y que sigo teniendola a mi lado… A mí niña de mi alma…
Te vuelvo a decir… hoy en pocas palabras que he podido hablar con Reme me dijo que leyese el blog y me doy cuenta de que puede ser que Ella nunca me haya dejado sola, que al contrario ha estado en todo momento a mi lado, empujándome para seguir adelante…
Puede ser que tengas razón…
Desde luego contigo lo ha conseguido.
Me gusta leerte pues me haces ver que siempre hay una puerta abierta…
Que el vaso está más vacío de lo que pensaba y falta mucho para salirse el agua…
Te deseo de todo corazón, y no es un cumplido, que sanes del todo y seas más feliz aún de lo que eres…
Un abrazo.
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Gracias por compartir estos momentos tan tuyos con nosotros. Pelos de punta de nuevo con este relato y mucha satisfacción por que hayas podido hacer ese viaje, subir esa montaña, rezar en ese lugar… y algo me dice que volverás a hacerlo de nuevo. Yo confío.
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Cuanto me alegro de vuestro viaje!
Me has emocionado como siempre.Vamos!
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……cada uno desempeña un papel en el momento preciso….. Aquel cirineo ganó un lugar en el cielo cargando con la cruz de cristo ….quizás el SR quiso regalarme ese papel por unos días brindándome la oportunidad de acercarme más al cielo…….hermano un placer y un privilegio estar a tu lado para ayudarte…..más me acerco a ti más me acerco al SR …….YO CONFIO !!! Vamos!!!!
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Esta vez me has dejado sin palabras y con lágrimas
Desde hace años he oído y leído muchas historias de Medjugorje, pero esta ha sido la mejor
GRACIAS!!!
Un fuerte abrazo para Reme y para ti
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Gracias Gabi por compartir con nosotros esta gran experiencia. Nos alegra enormemente que hayas podido ver, escuchar y sentir cosas tan hermosas en este viaje especial y único, y sentimos una gran emoción al leer tus palabras ya que transmites fe y confianza a raudales cuando lo cuentas. Un milagro es que hayas podido realizar el viaje soñado y hacerlo en tan buenas condiciones. Abrazos para los dos, se os ve geniales y desprendéis fortaleza y alegría. Dios os bendiga. Un fuerte abrazo
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Gabi y Reme os quiero y me alegra leer todo lo que compartes Gabi. Como Ella guarda todas esas experiencias en el corazón: El mejor lugar.
Un abrazo grande a los 2.
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Ya lo he releído cuatro veces, en cuatro momentos distintos, intentando encontrar las palabras para comentar lo que has compartido con nosotros… lo intento pero no tengo palabras, es tan emocionante, tan intenso, tan esperanzador. Solo puedo decir que muchísimas gracias por compartirlo, mi madre me hablo hace tiempo de ese lugar y la verdad es que yo era muy escéptica, ahora sin ninguna duda creo que la Virgen se aparece allí a quienes la buscan. Muchos besos 😘😘😘😘
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Magnífica descripción y entrańables imágenes de vuestro viaje a Medjugorje!!!!Veo que traéis » las alforjas» bien llenas!!!!Esas que nos sirven para andar » erguido» por dentro!!!!!Nos has vuelto a emocionar!!!! Seguimos paso a paso con más fuerza que nunca!!!!VAMOOOOS!!!!!
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Animos desde el cariño anonimo!!
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¡Mi gran y décimo hermano Gabi!
Doy gracias a Dios por haberte conocido, por haberme permitido seguirte en esos días de peregrinación por los llanos y colinas de ese bendito pueblo en que presuntamente se viene apareciendo la Virgen desde hace ya tantos años. Y por esa presunción, te lanzas tú intentando responder y responderte si de verdad se aparece o no allí la Virgen. Nos llevas de tu mano, paso a paso, lento, sin prisa pero firme a través de un recorrido en el que nos haces recordar momentos nuestros,íntimos y personales, en los que, sin embargo, tu nos descubres los tuyo haciéndolos nuestros. Hay que ser grande para eso. Claro, que tu ya llevas una ventaja que me supera…
Naturalmente, nos hablas y nos cuentas desde tu propia vivencia, como si una cámara que hubieras llevado sobre tu cabeza grabándolo todo, te sirviera de apoyo para no dejar atrás nada que nos pudiera interesar. Y en la exposición no solo pones tu corazón sino el de Reme, inseparable, y vuestras almas abiertas de para en par. Lleno de emoción y gratitud hacia ese grupo de amigos que os acompañábamos, respondes con un SI aplastador a aquella pregunta, que nos ha permitido ver tu alma al descubierto, tu fe, tu aceptación, tu entrega y esperanza; mostrarnos cómo se puede llegar a amar tanto a tu compañera y esposa, cómo ella puede incluso superarte en su amor y entrega de su vida a ti. El dolor , el sufrimiento, cuando hay Amor, es un Don de Dios para sus más íntimos amigos. También para los que intentamos pasar por la vida sin que se nos note mucho, desapercibidos. Nunca puse en duda que pudiera haber esposa que hubiera amado a su marido más de lo que fui amado yo por la mía. Tampoco, que marido alguno me hubiese superado en el que le tuve yo a ella. Pero os he visto, seguido, «espiado» a ti y a Reme- perdonadme -, y ha sido como vernos en vídeo a mi queridísima mujer y a mí cogidos de la mano, mirándonos tiernamente, intensamente, sufriendo el uno por el otro mitigando así su dolor. No sé si llegaréis a captar en su intensidad lo que estoy diciéndoos, pero veros ha sido la respuesta a la pregunta que yo también me hacía al volver de Medjugorje : «¿Qué es y qué ha sido Medjugorje para mí?»…
Antes me hacía otra, al emprender el viaje: «¿Qué me lleva a ese sitio, por qué me he embarcado?»…
A esta última, la respuesta eres tú, Gabi. Ten por seguro que si Inma no se entera que también ibas en el grupo creo que no hubiéramos ido. Nos dicen que el que va a Medjugorje, si piensa que es porque así lo quiere está equivocado; que es Ella, nuestra Madre, quien lo llama. ¿Y dónde estaba Su llamada para mí? Pasaban los días y tanto Inma como yo nos mirábamos como preguntándonos…¿…?, o sea, nada. A lo más que nos atrevíamos era decir «ya está hecho; ahora que sea lo que Ella quiera» ¿Y qué quiso Ella? La Gospa quería hacerte un Regalo que te llenaría de Paz, de Amor, que te acercaría a El convirtiendo tu sufrimiento en un agradecimiento sobrenatural. Que haría aún más grande y fuerte vuestro amor conyugal. Y no quería que pasaras de largo por un cumplimiento riguroso de un programa establecido, que admitía toda modificación pero que asumiste el establecido pese a NECESITAR, a no querer perder LA OPORTUNIDAD ÚNICA de abrazarte a su Cruz. Y me pidió ir para que no te vinieras, vinierais, dejando allí su regalo. De eso no tengo la menor duda, y no sabéis cuánto me alegro de haberme embarcado al viaje respondiendo sí a Su llamada..
Pero hay más, hermano Gabi. La respuesta a la primera pregunta: «¿Qué ha sido y qué es para mí Medjugorje?…
…Es muy pronto todavía para obtener una respuesta satisfactoria y plena; mi mochila ha vuelto tan repleta , a tope, de emociones, preguntas, vivencias, admiraciones; de contemplaros a todos en unión con vuestras esposas, de «sentir» vuestra compañía, de echar tantísimo de menos a mi mujer, sobre todo, esto, que se me viene a la cabeza ahora mismo un solo y único comentario: he resistido la peregrinación porque la Virgen Santísima ha permitido que ella, mi mujer, no se separara de mí en todos estos días. La sentía a mi lado y era mi fortaleza. En Su mirada, en Tijalina, me lo dijo sin duda alguna: mi plegaria había sido escuchada, y ahora me acompañaba en la peregrinación. ¡¡Yo también sujetaba la mano a mi mujer en las escaladas a las cimas de las colinas!! Ella estaba portando conmigo la cruz que nos servía de guía en la ultima Estación, y mis lágrimas brotaron al oír de boca de…que estábamos destinados a seguir unidos en la eternidad.Y con ella, de la mano, os he ido queriendo a todos, sintiéndome uno más de entre vosotros, querido y mimado por los más. Desde mi rincón predilecto os miraba, llenabais mi corazón con vuestra entrega mutua. Erais, para mí, nuestra propia imagen. Variada como cada uno de vosotros, pero sin dejar de sentir mi inmenso amor por la que fue mi compañera inseparable durante cincuenta y cuatro años. Gracias a todos por haberme dado la dicha de vivir esos días con tanta alegría, fe, esperanza y Amor como os he visto disfrutarla a vosotros,
Las respuestas a mis preguntas me las habéis dado vosotros; tú, Gabi, en ese abrazo tuyo y de tu bendita Reme a los pies de Cristo Resucitado. Todos, permitiéndome peregrinar a vuestro lado como un matrimonio más.
Queda la segunda parte de la segunda respuesta… Nuestra Madre me la irá dando paso a paso.
Como paso a paso os deseo que Su Amor entre en vuestros matrimonios y, sin esperar mucho, os anime a daros sin reservas ese maravilloso Amor del que mucho saben nuestros amigos Reme y Gabi y yo tuve la Gracia de haberlo vivido y seguir viviéndolo. Ya sabéis: «el hilo no se ha cortado», nos dice San Agustín. ¡¡¡ Y se llega !!!…si los dos queréis. Y ES FANTÁSTICO.
Un abrazo muy grande a todos. Para ti, Gabi, como no te agaches un poco no te lo puedo dar…
Tu hermano pequeño Ramón
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Nunca fui a Medjugorje, Gabi… pero sí a otro lugar bien especial, más cerquita de nuestra Málaga, con una historia muy similar. Así que, salvando las distancias, entiendo muy bien lo que cuentas y mi corazón se alegra por vuestra experiencia, y por la que yo tuve hace muchos años y me sigue marcando hasta ahora.
Sea como fuere, Ella está… y quiere seguir siendo nuestra Madre allí dónde nos encontremos, geográfica y sobre todo vitalmente. Sentirla y saberla cerca da mucha paz. Ella nos entiende, nos protege, nos alienta…
Un abrazo enorme para ti, para Reme, tus tres retoños y como no tus hermanos y tu madre, que tan especial es para la mía… que sonríe sólo con escuchar su nombre.
Os quiero y me alegro de las buenas noticias!!!
Lupe…
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Que grande eres Gabi
No te conozco personalmente
Pero sí a través de tus palabras y tengo que decir que me encantas
Eres un ejemplo de bondad, integridad y coherencia en tu vida
Tus fotos me transmiten paz y felicidad
Como si vivieras cada día agradeciendo
Te agradezco tu generosidad al.compartir
Y deseo de todo corazón que te recuperes, recobres por completo la salud que tanto te mereces
Olga
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Me produce una inmensa alegría la ilusión y el entusiasmo que se desprende de tus palabras por este viaje. Momentos de espiritualidad, de recogimiento pero también de esparcimiento y de libertad. Te lo mereces, os lo merecéis Reme y tú! Como siempre, gracias por tu generosidad, por tu forma de compartir…Seguimos confiando muchísimo!
Muchos besos VAMOS!
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