Hola amigos,
Me decía una persona el otro día que se alegraba de que mis entradas del blog se fueran espaciando, siempre que significase que me encontraba cada vez mejor y más entretenido con mi familia. Sin duda tenía razón, pero también os pido disculpas por ello. Mi hígado ha vuelto a la senda donde lo dejamos hace un mes y medio, tras el repunte de Noviembre. Por lo demás, un achaque por aquí y por allá (que si la rodilla, que si la mucosa de la boca…) pero todo me parece poco comparativamente a de dónde venimos.
El Adviento coincide temporalmente con un periodo donde todo se centra en acabar cosas antes de final de año: en los trabajos la gente corre sin parar para cerrar ese último contrato, esa venta importante, esa entrega… Entre los amigos los comentarios (e incluso quejas) de la pechá de comidas y cenas navideñas, compromisos en muchos casos, que les quedan por pasar. En las casas el quebradero de cabeza de cuándo nos reuniremos con cada familia, qué vamos a preparar para esa cena o comida, si vendrán todos o faltará alguien. O bien la lista interminable de regalos que nos quedan por comprar… Tareas, tareas, y más tareas. ¿Con qué objetivo? Supuestamente esa lista de acciones tiene un pretendido destino final: el disfrute, el pasarlo bien y la demostración de cariño.
El año pasado, debido a mis continuados ingresos, no pude paladear lo que significa este precioso tiempo de espera. Este año, sin embargo, piso la calle. A mi velocidad, algo más lenta que la del resto, observo a la gente y me reconozco partícipe en mi «antigua vida» de esas situaciones que comentaba en el párrafo anterior. E inmediatamente me doy cuenta de cuál es nuestro error: el Adviento, la «preparación», debe ser también un tiempo de disfrute, de «pasarlo bien», y de demostrar cariño. ¿De qué sirven los regalos si nos hemos tirado un mes estresados y enfadándonos mientras los buscábamos? ¿Y acudir a tantos compromisos si no los vives plenamente? ¿Acaso una cena de Nochebuena requiere sacrificar momentos en familia durante semanas antes?
Reme y yo estamos pasando este Adviento en un ritmo frenético. Sin embargo ello no nos impide valorar cada momento especial. Infinidad de actividades, fiesta de los niños, tareas, flecos… se completan con el ingreso de mi padre en el Parque San Antonio. En estos días aparentemente difíciles, se ha producido una rotación en los roles del año pasado. Mi padre es ahora el enfermo, y debe cultivar toda esa paciencia contra la frustración y el dolor, cuidándose y poniendo todo de su parte. Nunca abandonar, nunca rendirse. Mi madre es ahora la cuidadora principal, y tiene que procurar no desgastarse en una carrera que es de fondo y no de sprint. Yo por mi parte soy el acompañante, limitado pues no puedo permanecer en el hospital debido a mis restricciones, sin embargo vivo y siento la tristeza y la impotencia de intentar hacer lo posible y no ser nunca suficiente. ¡Qué mal lo tuvieron que pasar Reme, mi madre y mis familiares el año pasado! Mi hermano Rafa mete el hombro supliendo todas estas carencias de la situación actual, creciendo en facetas donde la necesidad empuja a ello. Miguel vive preocupado y deseando que el calendario pase rápido para estar aquí en unos días y poder abrazarnos de nuevo todos juntos…
Adviento. Tiempo de esperanza, pero no de esperar o pausar el paladeo y el regusto de poder disfrutar y aquilatar el valor de cada día. Un auténtico regalo del Señor, sea cuales sean nuestras circunstancias.
Un abrazo a todos. Yo confío. ¡¡¡VAMOOOSSS!!!
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Nos alegramos de tener noticias tuyas. Sentimos que tu padre no se encuentre bien, pero seguro que pronto estará con vosotros. La fe que tenéis toda la familia os da fuerza en los momentos difíciles.Nosotros seguimos unidos en oración y especialmente en estos días de Adviento os tenemos presentes.
Un fuerte abrazo y…La esperanza puesta en el Niño que viene
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Hola Gabi, respondimos hace días a esta entrada pero no aparece. Ignoro si pasa algo en el blog.
Solo desearos unas muy buenas navidades a toda la familia especialmente en estas circunstancias que superaréis como tantas otras con la fuerza del amor y de la fe.
Adelante con esperanza siempre. Un gran abrazo
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Acabo de leer que tu padre està hospitalizado lo siento.
Hemos pasado gran parte de diciembre fuera y muy desconectados.
Sois una «gran» familia. Tu madre se ha encargado de alimentaros de buenos «VALORES» y tenéis recursos también compartidos. Empiezo a rezar por tus padres y se lo digo a las Clarisas de la Trinidad, estoy segura de que sus oraciones conseguirán que muy pronto tengáis a tu padre en casa y podáis continuar las celebraciones
Recibid nuestro cariño que eso revitaliza y refuerza el sistema inmunológico
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Gracias Reme. La cosa va para largo y todas las oraciones son más que bienvenidas. Un abrazo.
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